lunes, 24 de octubre de 2011

Acerca de la literatura policial argentina


El Dr. Néstor Ponce, originario de Argentina e investigador en la Universidad de Rennes II, en Francia, visitó El Colegio de San Luis el pasado lunes 24 de octubre para impartirla conferencia “Alteridad e identidad en la literatura policial argentina”. El Dr. Ponce realizó un recorrido breve por la historia de la literatura policiaca argentina, que es muy basta, ya que Argentina fue el primer país de habla hispana donde se escribió de este género. 

La literatura policiaca o policial comienza a mediados del siglo XIX con el escritor norteamericano Edgar
Allan Poe, debido a que a partir de su obra se comenzó a escribir con consciencia del género. En Argentina, el primer escritor de este género fue Raúl Waleis, quien en 1877 escribe su primera novela, La huella del crimen, cuya acción ocurre en París, con personajes franceses. Esto porque, debido a las condiciones sociales en la Argentina de la época, era poco verosímil introducir un detective que utilizara el método racional y científico, pues la policía estaba poco preparada. Más adelante, en 1896, Eduardo Holmberg escribe relatos ubicados en Buenos Aires, donde la mujer, el inmigrante y el campesino son El Otro, el origen de los males de la sociedad, que debe ser controlado y reprimido. 


De principios del siglo XX a la década de 1920 comienza a recurrirse a la parodia. Por ejemplo, Eustaquio Pellicer, quien además es un escritor del interior, lo que ayuda que el espacio marginal comience a ser representado e incluido en la configuración de la identidad argentina. A partir de 1920, con el nacimiento de la literatura urbana en Argentina y Uruguay, llega Roberto Arlt, cuyos relatos anticipan además la novela negra, que apenas comenzaba a desarrollarse en los Estados Unidos de América. Roberto Arlt transgrede la estructura del relato de enigma o policial clásico, donde la resolución del crimen implicaba la restauración del orden establecido y la vuelta a la armonía, al denunciar el origen social de la violencia.

En los años 40, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares hicieron grandes aportes al género. En primer lugar, por la realización de una colección llamada El Séptimo Círculo en la editorial emecé, donde publicaban sobre todo obras anglosajonas policiales traducidas al castellano. Debido a su prestigio intelectual, ellos le dieron el visto bueno al género y más escritores comenzaron a ocuparse de él. Por otro lado, escribieron obras, en solitario y en conjunto, dentro de este género. Asimismo Leopoldo Castellani, desde provincia, vuelve al relato de enigma clásico, pero incorporando elementos sociales, como la parodia y ciertos grupos y espacios marginales de la sociedad argentina.

Durante los 50, destaca la obra de Rodolfo Walsh y Velmiro Ayala Gauna, quienes también registran en su obra esta competencia que existe entre el interior y la capital. Durante los años 60 y 70, hay escritores, como Ricardo Piglia, que transgreden el género, y difunden la literatura policial .A partir de la dictadura, el género se transforma en un vehículo importante de denuncia social.

El Dr. Néstor Ponce considera que el policial es un género dinámico, activo, que todavía no ha dicho su última palabra y que puede estudiarse desde muchas disciplinas. Celebra que ahora la academia ya acepte estudios de este género, que antes era considerado menor o “popular”. Agradeció además la invitación de El Colegio de San Luis y a los asistentes a la concurrida conferencia, quienes se mostraron entusiasmados con el tema.

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